ACEITE DE KRILL

Foto por Øystein Paulsen – MAR-ECO/CC BY-SA 3.0

El krill (Euphausia superba) es un crustáceo de aspecto similar al camarón que se encuentra en las aguas del Océano Antártico y aunque es más pequeño que el dedo meñique, es una especie clave en el ecosistema marino de la zona. Se considera que ocupa el último eslabón de la cadena alimenticia al alimentarse de fitoplancton, siendo a su vez alimento de muchos animales marinos como las focas, pingüinos, peces, calamares y sobre todo ballenas.

De todas las especies animales multicelulares que habitan la tierra, y a pesar de su reducido tamaño, el krill antártico es la especie más abundante, con una de las biomasas más grandes, cerca de 500 millones de toneladas.

La composición biofísica del krill antártico es importante para su supervivencia. Resisten el frío de las aguas congeladas del antártico y gastan grandes cantidades de energía al nadar constantemente en dirección ascendente y descendente a lo ancho y largo del Océano Antártico. Si dejara de nadar, su densidad corporal, mayor que la del agua, haría que se hundieran.

El krill puede sobrevivir hasta 200 días sin alimento encogiéndose y utilizando el biomaterial de su cuerpo para almacenar energía en forma de lípidos. Algunas especies de krill conservan sus reservas de lípidos en ésteres de cera y otros mayormente en triglicéridos.

No obstante, los miembros de la familia Euphausiid son la única especie conocida donde los fosfolípidos se utilizan como depósito de energía. En particular, el krill antártico E. Superba utiliza la fosfatidilcolina que contiene ácidos grasos omega 3 como su reserva de lípidos.

El aceite de krill antártico (Euphasia superba) es por tanto, fuente pura y natural de ácidos grasos omega 3 eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), fosfolípidos, colina y  también astaxantina.

Accion

Se ha demostrado que cada uno de los principales componentes del aceite de krill (fosfolípidos, colina y ácidos grasos omega 3) influye en las células y los tejidos del cuerpo. Una vez en el organismo, hacen su función de forma individual combinándose entre sí como elementos vitales de la estructura y funcionamiento de las células, para colaborar en el equilibrio de las funciones corporales y para compensar las carencias provocadas por enfermedades relacionadas con el corazón, el cerebro, inflamaciones, sistema inmunitario, hígado, etc. Se cree que esta es la razón que hace que el aceite de krill sea tan beneficioso para el cuerpo humano.

Los fosfolípidos favorecen la asimilación a nivel intestinal de los ácidos grasos omega 3 (EPE y DHA) y su incorporación directa en las membranas celulares. La biodisponibilidad de los ácidos grasos se debe en gran medida a que los fosfolípidos son solubles en agua y no dependen dela bilis para su digestión como sí ocurre para los triglicéridos asociados a los omega 3 del aceite de pescado. Esto se traduceen una mejor y mayor absorción del aceite krill en el intestino delgado, un factor que estaría contribuyendo a incrementar la disponibilidad y eficacia de los omega 3 en el cuerpo humano, además de reducir los efectos indeseados como gases y reflujo ácido propios del aceite de pescado.

Entre los fosfolípidos más abundantes en el aceite de krill está la fosfatidilcolina. La colina, como componente de la fosfatidilcolina y como plasmalógeno de colina y esfingomielina, es el componente principal de las membranas celulares. Sus derivados son versátiles y realizan diversas funciones, como la ya comentada señalización de membranas celulares (fosfolípidos),neurotransmisores (acetilcolina), transporte de lípidos (lipoproteínas) y metabolismo del grupo metilo (reducción de homocisteína)..

Por su parte,  los ácidos grasos omega 3, además  de constituir una fuente de energía nutricional, sus funciones tienen una base molecular. De hecho, los ácidos grasos omega 3 tienen la capacidad de cambiar la composición y la función del ácido graso de la membrana, regular la transcripción genética y alterar las rutas metabólicas y de transducción de señales. Esto conlleva una gran cantidad de mecanismos que se superponen e interactúan con complicadas redes metabólicas que mantienen el equilibrio del cuerpo.

Son importantes, pues, para mantener la estructura de las membranas celulares, facilitar la absorción de las vitaminas liposolubles, regular el metabolismo del colesterol y producir eicosanoides que regulan múltiples procesos celulares (tono vascular y bronquial, motilidad gastrointestinal y uterina, protección gástrica, diuresis, coagulación sanguínea, temperatura corporal, fenómenos algésicos, inflamatorios e inmunitarios).

Por último , el aceite de krill incorpora un pigmento rojo muy común en los crustáceos marinos, la astaxantina. Este carotenoide posee un elevado poder antioxidante, por lo que en el aceite de krill no es necesaria la adición de vitamina E para evitar la degradación de los ácidos grasos esenciales como ocurre en el aceite de pescado. La astaxantina puede sobrepasar la barrera hématoencefálica y es por lo tanto también, un posible antioxidante en el tejido cerebral. La formula única del aceite de krill hace que su capacidad antioxidante sea por lo menos, 48 veces más elevada que la del aceite de pescado. Además, estudios recientes han puesto de manifiesto que desempeña también un papel importante en el metabolismo de los lípidos y la glucosa, añadiendo la ventaja de una acción conjunta a los omega 3 en el control de los niveles plasmáticos de triglicéridos, colesterol y glucosa.

La presencia de astaxantina ejerce por tanto, una doble función de protegernos frente a los radicales libres y de actuar deforma sinérgica con los omega 3 en el control de los niveles plasmáticos de colesterol, triglicéridos y glucosa

Indicaciones

El aceite de krill es beneficioso para la salud en general, pero destacan las siguientes indicaciones: hipercolesterolemia, hipertensión, disfunciones metabólicas, hepatomegalia, dificultad para concentrarse (TDAH), patologías inflamatorias (artritis reumatoide,…)